Por Olivia Orrego Córdova
Por Julio Talledo. 07 marzo, 2012.Desde hace algunos meses empecé a conocer la realidad de las comunidades rurales, muy diferente de la que vemos en zonas urbanas. Me llamó mucho la atención la forma de vida de los varones y mujeres de campo. Como ejemplo, me referiré al distrito de Lalaquiz (Huancabamba), donde la violencia de género es alarmante. Llegan al 80% los casos de mujeres que sufren maltratos físicos y hay un 70% de niñas que deja de asistir a la escuela porque necesitan ayudar en el trabajo de casa, según un estudio realizado por el Mindes.
En el sector rural, las mujeres perciben menores beneficios laborales e ingresos que los varones, lo que incrementa la brecha actual de inequidad de género. ¿Cómo ayudar revalorar el papel de la mujer en la familia y en el desarrollo de su comunidad?
El equipo del proyecto “Mejora de la salud básica para el desarrollo humano sostenible con equidad de género de la población del distrito de Lalaquiz, provincia de Huancabamba, Piura” (proyecto Lalaquiz – Mayland), gracias al financiamiento de la Junta de Andalucía y la Fundación Albihar, trabaja precisamente en esta revalorización de la familia y de la mujer rural. Para ello, viene aplicando un plan de capacitación en equidad de género en coordinación con el Instituto de Ciencias para la Familia de la Universidad de Piura.
Se pone énfasis en actividades que favorezcan el desarrollo de la mujer, porque es quien cumple un rol preponderante en el hogar y en la comunidad. Desarrollan talleres como: Naturaleza humana y roles de la mujer y el varón, La mujer y familia en la sociedad rural, La mujer y desarrollo en la comunidad rural y Principios y valores en la familia y comunidad.
Estas acciones son necesarias, más aún cuando se sabe que las mujeres son el público más susceptible al entorno de la violencia, la estafa y al timo, que afectan sus derechos civiles, laborales y humanos. Ese fenómeno frecuente en la sociedad, principalmente la urbano marginal y rural, es conocido como ‘violencia de género’. Se considera, prejuiciosamente, que las mujeres son desiguales, diferentes, con menos valor que los varones dentro de la sociedad. Esto debe cambiar.
Lamentablemente, en el Perú de cada 10 mujeres agredidas, solo 4 han buscado ayuda en personas cercanas frente a una situación violenta (42%); mientras que sólo 3 de cada 10 acuden a una institución (26,8%), según el boletín del Mimdes (diciembre de 2011).
Lalaquiz no es la excepción. Tiene 5 mil 115 pobladores entre varones y mujeres, y según el INEI, allí el tema de violencia de género alcanza un 80% de casos de mujeres que sufren maltratos físicos, un 17% son sicológicos y un 3% sufre violencia sexual.
Es ante estas situaciones que nos damos cuenta de que aún queda mucho por hacer y no es tarea de uno o una, sino de todos. La sociedad en general tiene un papel importante, y lo principal es reconocer, valorar y respetar a las comunidades rurales.
Sabemos que esta situación de opresión, exclusión y violencia que viven muchas mujeres de zonas rurales es resultado de un proceso cultural de varios siglos de antigüedad, que no cambiará de la noche a la mañana. Hacen falta cambios estructurales, de verdadera identificación y reconocimiento a las comunidades rurales y además, se necesita de la voluntad de varones y mujeres para la construcción de nuevas identidades.
Las instituciones ya mencionadas, y otras, trabajan para cambiar y combatir este problema, pero se requiere continuar brindando toda clase de información a las comunidades rurales y aledañas para que niñas y niños; varones y mujeres tengan acceso igualitario al conocimiento y al ejercicio de sus derechos, como un proceso de empoderamiento individual, primero, y luego familiar.
Pero, para reducir la desigualdad y violencia de género de la que hemos hablado, urge también que las mujeres tengan acceso a una buena educación, a los créditos financieros, capacitación técnica, protección del empleo y trato equitativo. Se están dando los primeros pasos, es una tarea que se debe alentar y promover. Ahora no podemos detenernos.
Oficina de Proyectos.
Universidad de Piura.
Artículo publicado en el diario El Tiempo, martes 6 de marzo de 2012.